Descripción enviada por el equipo del proyecto. El hornero es un ave típica de nuestro país, aunque también se puede encontrar en Bolivia, Uruguay, Brasil y Argentina. Algunos lo conocen como Alonsito, casero, Tiluchi o Juan del barro, entre otros nombres. Este Furnarius Rufus, su denominación científica, es atractivo por su porte, pero fundamentalmente por la forma en cómo hace su nido. El hornero posee una increíble destreza para el manejo del barro y los materiales para construir su hogar. Se caracteriza por ser sumamente inquieto. Tiene una particular forma de caminar, que es cuando se ocupa de recolectar los elementos que va a necesitar para su casa, una construcción de barro.
Tomando como referencia al hornero, nace la idea de construir un taller de cerámica utilizando los recursos del lugar, minimizando el transporte de material, reduciendo así los tiempos y el impacto energético de la obra. Se utiliza la tapia (muros apisonados de tierra) como material principal. Se aprovechó la excavación de una piscina en el mismo terreno, de donde se obtiene el material para construir los muros portantes del proyecto, pudiendo aprovechar el cien por ciento del volumen excavado en los muros de Tapia.
El proyecto se organiza en torno a un árbol de lapacho que brinda un patio central, solucionando las ventilaciones cruzadas y la iluminación natural. En la planta baja los muros de tapia organizan los espacios de uso del taller en un espacio integrado, pero a su vez sectorizado para los distintos procesos del manejo del trabajo en arcilla, actividad que se desarrolla en éste. Estos muros sirven de apoyo a una losa de hormigón que en un segundo nivel sirve de terraza de expansión, en torno a la copa del árbol. La materialidad del proyecto se ve aún más justificada por el mismo uso que se le da al espacio, la creación de objetos a través de la tierra.